En un presente como el actual,
desengañados ya de ver coches voladores, pistolas láser y vacaciones en Marte,
volvemos cada día la vista al pasado, cuando éramos pequeños y el mundo futuro,
ese visionario y lejano año 2000, se nos presentaba como una utopía llena de
robots serviles, estética ciberpunk y megaciudades superpobladas (bueno, de
esas hay un rato largo). El efecto nostalgia que inunda la sociedad actual y a
nuestra generación en particular (la que vivimos los ochenta siendo críos
ociosos y consumidores de cultura popular), siempre se nos cae una lágrima de
emoción cuando recordamos tal o cual serie de t.v., película o cómic. Siempre
con ese axioma encima de que cualquier tiempo pasado fue mejor. Aunque mi
abuela siempre reprobaba esa afirmación indicando que cuando ella era joven
vivió la guerra y había mucha hambre y miseria… cuestión de generaciones que,
como la nuestra, nacieron acomodadas al sofá de papi y mami.
De nuevo aprovecho éste
extenso prólogo para reseñar una serie de cómics, que es muy de su época y que
se quedó anclado en aquellos años ochenta del reaganismo y la Guerra Fría. Tal
vez por ello nunca ha sido reeditada.
Nth Man. The ultimate
ninja, es una limited series de dieciséis números (estaban proyectados 24, pero
nunca fue un éxito de ventas y fue cancelada). Fue un ejemplo más de la
diversificación que quería llevar la editorial Marvel y mostrar nuevas
colecciones alejadas de la temática superheroica que la caracteriza. Ya hemos
hablado aquí del tremendo éxito que supuso para la Casa de las Ideas la
colección de The ´Nam (VietNAM, en España) y quería repetir jugada con una
nueva serie de temática bélica, aunque esta vez con elementos más fantásticos.
Como he indicado más
arriba, Nth Man es hija de su época. Los ochenta estuvieron marcados
políticamente por una Guerra Fría que daba ya sus últimos estertores y que
concluyó con la caída del Muro de Berlín y el desmembramiento de la Unión
Soviética (¡que buenos villanos ha dado la URSS al mundo del entretenimiento!).
La hipótesis de una
eventual Tercera Guerra Mundial siempre estaba a la vuelta de la esquina, desde
la Crisis de los Misiles de Cuba en el 62 y el mundo de la ficción se hizo eco
de sus desastrosas consecuencias mostrando un desolado mundo postnuclear, como
en El Día Después, la saga de Mad Max o El Planeta de los Simios. Es decir, un
escenario de ausencia de poder legitimado, con la humanidad rehaciendo su vida
en un entorno agreste y salvaje, luchando por su supervivencia.
Sin embargo, Nth Man
mostraba la guerra en sí. La serie comenzaba con un espectacular asalto a la
Plaza Roja de Moscú por parte del ejército estadounidense, seis meses después
de iniciarse la Tercera Guerra Mundial. Bajo un bombardeo incesante del
Ejército Rojo, su misión será liberar a un prisionero de la prisión Lubyanka. Un
hombre que será determinante para poner fin al conflicto.
John Doe (es el nombre
que usan en Estados Unidos para aquellos que no tienen identidad conocida, una
suerte de Juan Nadie) es el Nth Man, un agente de la CIA entrenado como asesino
eficaz y resolutivo, que fue hecho prisionero tras un intento fallido de matar
a la coronel Novikova (una sex-pectacular agente del KGB). Su rescate responde a que ejecute una
nueva misión; acabar con el sujeto responsable que inició la guerra, Alfie
O´Meagan (sí Alfa y Omega señores, el principio y el fin). O´Meagan es un
psíquico de tremendo poder mental que ríete tú del Profesor X. Es responsable
de inutilizar todas las armas nucleares del mundo en un deseo infantil de
acabar con la guerra, hecho que, paradojicamente, desencadena las hostilidades
entre las dos superpotencias.
John Doe y Alfie O´Meagan son amigos de la
infancia, cuando se criaron juntos en un orfanato y el primero protegía al
segundo de los abusones, mientras veía como, poco a poco se desarrollaba su
poder y odio a la humanidad. En medio del conflicto, ayudado en su huida por su
mentor y una joven agente de la CÍA y perseguido por la coronel Novikova y
medio Ejército Rojo, John Doe comprobará los desastres de la guerra y su
incidencia en la población civil hasta el enfrentamiento final de los dos
amigos.
Nth Man muestra un
excelente ejercicio narrativo a lo largo de los números que lo conforman, hilvanando
los dos tiempos en que se desarrolla la historia; el actual con el conflicto
armado en curso y el pasado, en la relación de los dos niños y las
circunstancias que los va alejando, mostrando también las motivaciones de
O´Meagan para su posterior acción.
La serie es también un ejemplo de buen hacer en el apartado de documentación y muestra, perfecta y detallosamente dibujados, toda suerte de armas y uniformes propios de la época, con referencias a unidades y vehículos existentes (algo que ya se realizaba en la mencionada The ´Nam) y que ayuda a meterse más en la trama.
La serie es también un ejemplo de buen hacer en el apartado de documentación y muestra, perfecta y detallosamente dibujados, toda suerte de armas y uniformes propios de la época, con referencias a unidades y vehículos existentes (algo que ya se realizaba en la mencionada The ´Nam) y que ayuda a meterse más en la trama.
Larry Hama, que venía de escribir los guiones de G.I. Joe, otra serie bélica, juega aquí
con una libertad total, ya que no tiene que atenerse a un universo previo y una
continuidad detallada como ocurre con las colecciones de superhéroes. Algo que
se nota en su modo de enfocar la historia y que, a mitad de serie pasa de una historia
bélica total (uno de sus grandes atractivos) a otra más intimista e incluso
fantástica, cuando se centra en el carácter caprichoso de Alfie O´Meagan,
mostrando sus traumas y sus poderes desatados (capaz de controlar el tiempo y
el espacio a su antojo).
El equipo artístico
estaba conformado por Ron Wagner, que se ocupó de los ocho primeros números y
cuya efectividad gráfica se notaba en la profusión de detalles que otorgaba a
sus páginas (sobre todo los escenarios bélicos) y Dale Keown, que lo sustituyó a
mitad de serie y se centraba más en los personajes y sus sombras.
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