Últimamente el cómic se
ha convertido en un campo de experimentación para nuevas formas de narración
secuenciada o directamente, explorar campos desconocidos en la forma de
componer la página o mostrar tal o cual estilo rompedor y vanguardista.
El iniciador de todos
estos nuevos títulos de experimentación en el noveno arte fue Chris Ware que,
con su Jimmy Corrigan, el chico más listo del mundo, rompió moldes al cargar su
obra de diferentes técnicas narrativas, estilos y formatos de composición
apenas explorados anteriormente.
Asterios Polyp se
enmarca, por tanto, en esta categoría en la que el cómic trasciende de sus
propias formas para abarcar una amalgama de artes que potencian y amplían los
recursos conocidos para ir más allá y aprovechar todos esos recursos para dotar
a la obra de un carácter revolucionario, siendo finalmente este carácter el fin
último del título, y lo que le da sustancia y atractivo al mismo, por encima
del argumento en sí, que no es más que una excusa bien elaborada para mostrar
el siguiente paso en la evolución de los tebeos.
Por supuesto tan grande
esfuerzo en mostrar lo que normalmente se cataloga como una obra rompedora y
vanguardista, no tendría sentido sin la completa admiración y aprobación del
público especializado, del crítico artístico y además atesorar una buena
colección de premios si encima, detrás de esa obra se encuentra uno de los
autores de cómic más reputados y reconocidos.
Asterios Polyp narra la
historia de un arquitecto considerado como uno de los mejores del mundo, lo que
ya cataloga al personaje como engreído y pagado de sí mismo (algo que también
se vislumbra en su caracterización gráfica, muy estirado y geométrico). Un personaje que también juega con la dualidad
al tener siempre presente a su hermano gemelo, muerto al nacer y que siempre
está presente de una manera onírica. Asterios, en plena crisis de los cincuenta,
se plantea dar un giro a su vida y romper con todo lo anterior. Comienza así el
viaje del personaje a su yo interior, retirado de todo lo conocido y recluido
como un ermitaño, este viaje de autodescubrimiento nos mostrará las partes más
significativas de su vida, sus emociones y sus relaciones interpersonales.
David Mazzucchelli, que
es un arquitecto en sí mismo de la narrativa gráfica, nos va mostrando a través
de sus páginas, las piezas de la historia como un puzzle que debemos
reconstruir a través de los diferentes flash-backs que nos muestra el pasado y
presente de Asterios Polyp. Una obra que se va construyendo poco a poco a
través de metáforas y símbolos que potencian el estilo rompedor de la misma
pero que se vislumbra claramente el objeto final, que no es otro que dotar al
título de un carácter estético excepcional, alejado de formalismos
convencionales y que suponga un revulsivo importante y una obra de referencia cuando
queremos catalogar el cómic como ARTE, así, en mayúsculas.
Hablar de David
Mazzucchelli es hablar del cómic. Un autor que ha pasado por los diferentes
géneros que ha dado el noveno arte siempre triunfante. Su nombre siempre estará
escrito con letras de molde en la historia del cómic gracias a su colaboración
con el pertinaz Frank Miller en Daredevil. Born Again (ya reseñado en ésta
sección) y Batman. Año Uno. Un autor que en la cumbre de su éxito, se alejó del
mainstream para explorar otros formatos. Su colaboración con el guionista Paul
Karasik adaptando La Ciudad de Cristal de Paul Auster fue también ampliamente
reconocida y este Asterios Polyp le ha llevado más de diez años de trabajo.
Asterios Polyp peca en
exceso de ambición y trascendentalidad y a pesar de ello no supone ninguna
merma en la calidad intrínseca del mismo, aunque haya sido catalogado en una de
las solapas como la primera novela gráfica de Mazzucchelli, obviando toda su
obra anterior al ser simples cómics.
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