El cómic, como medio de expresión y comunicación de masas, se está convirtiendo de un tiempo a esta parte en una excelente plataforma para hacer llegar al público historias, que de otra forma tendrían una difícil salida.
Los tebeos siempre se han usado como apoyo a la labor didáctica por lo atractivo del formato y lo fácilmente accesible que es. Cómics históricos que muestran las diversas etapas en el recorrido de la Humanidad hacia el progreso y el presente, bien desde la imaginación más fértil, mostrando argumentos ficticios o basados en realidades históricas ampliamente documentadas.
También es cierto que el actual formato de novela gráfica permite sacar historias con un mayor contenido, en el que poder profundizar tanto en la historia como en los personajes, sin la presión del límite de páginas.
El pico de los cuervos, se engloba dentro de esta temática tipo novela gráfica histórica, a la que se recurre con relativa frecuencia en los últimos años. Pienso que debido, en gran parte, al éxito que produjo la edición de Maus en nuestro país.
El duo Mikel Begoña e Iñaket ya se acercaron a la historia reciente de nuestro país en Trístísima ceniza, donde se narra la visita al País Vasco del fotógrafo Robert Capa tras el bombardeo de Guernica durante la Guerra Civil y cómo vive in situ el drama de una guerra fratricida como la que tuvimos en éste país.
El pico de los cuervos avanza unos años y se enmarca en los años 60, los años del desarrollismo español, en un momento que la sociedad se está sobreponiendo de una dura postguerra y comienza a levantarse a través del consumismo. Es constante la presencia de la televisión y de Mariano Medina, que sirve como narrador y conciencia de los protagonistas, cuyo fin último es atentar contra Franco.
Al fin y al cabo, ésta es la historia principal, narrar un acontecimiento que, de haber tenido éxito, hubiera cambiado significativamente el curso de la historia en nuestro país.
Francisco Granado y Joaquín Delgado eran dos anarquistas del grupo resistente Defensa Interior, que fueron detenidos acusados de causar sendas explosiones en dos edificios ministeriales de Madrid. Una acción de la que no eran responsables y que impide, sin embargo, que cometan una de mayor calado, asesinar al dictador.
La historia de los anarquistas que planean matar a Franco, sirve como eje y guía para presentarnos una sociedad que avanza a paso lento donde el miedo y la represión están instaurados en el colectivo. Personajes grises, mezquinos, traidores, llenos de dudas y temores.
Sin embargo, el modo documental en el que está planteado el argumento, me aleja un poco de la obra, no hace que sienta identificación con ninguno de los personajes y que vea toda la historia desde una perspectiva alejada. Es como leer un pasaje de un libro de Historia, que te llama la atención porque te atrae el periodo que describe, pero no te termina de atrapar de forma vehemente. La gran cantidad de personajes, y el modo, un poco confuso en el que está narrada la historia, donde prima la documentación sobre los hechos históricos, por encima de dar una narración coherente, me hizo de esta obra una lectura en varios puntos pesada.
Iñaket como dibujante y retratista de la época parece bien documentado y en algunos pasajes y viñetas da la sensación de estar viendo una película de Juan Antonio Bardem. Utiliza diversos recursos en el uso del color en la página y los globos para dar tal o cual énfasis a cada personaje. Cada viñeta, como ilustración independiente es impresionante, pero el conjunto llega a cansar y perderte en una maraña de globos de diversos colores, distintas tipografías, páginas con diferentes tonalidades, superposiciones del dibujo, diseño de personajes demasiados parecidos gráficamente, de tal modo que no sabes muy bien que está pasando o a donde lleva la historia, confundiendo la lectura y teniendo que retomar las páginas anteriores en demasiadas ocasiones.
Una historia que, particularmente, tenía todo el potencial para atraparme como lector y admirador de los dibujos de Iñaket (que sigo diciendo que me parecen impresionantes, como ilustraciones), pero que se me hizo muy cuesta arriba finalizar. Sin crear empatía o guiño alguno para el lector y que parece enfocada a mostrar un pasaje casi desconocido de la historia reciente de España desde un punto de vista frío y distante.
Jesús Bravo