Esta semana hablaremos de un tema que no resultaría fácil de delimitar pero que, como es lógico y habitual, nosotros plantearemos de forma sencilla y limitada. Nos referimos a los cómics cuyo arte está realizado como si de cuadros clásicos se tratara, es decir, páginas cuyos autores han tirado de pincel y paleta para ejecutar (aunque también pase que las herramientas digitales nos puedan hacer dudar hoy en día a veces).
Podríamos decir, sin ánimo de ser del todo rigurosos, que hay algo así como "cómics al óleo". Obras que nada más verlas nos sugieren técnicas, materiales y estilos que estamos acostumbrados a ver colgados en las paredes de museos, exposiciones, retablos y sitios similares. Si lo queremos expresar así, serían tebeos pintados en todas sus páginas como solo se hacían antes las portadas de algunas publicaciones e, incluso, algunos discos (pongamos por ej. los de estilos musicales como el heavy). Pinturas más que dibujos, aunque en la base de la pintura, al menos la figurativa, siempre está el dibujo.
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En esta ocasión la excusa para hablar de este tema es la reciente publicación de un cómic que responde a este estereotipo. JERONIMUS, de Christophe Dabitch (guión) y Jean-Denis Pendanx (dibujo o, mejor dicho, pintura) y publicado en edición integral por Ponent Mon (256 p., 44 €, tapa dura), ha sido realizado originalmente en planchas de 50 x 65 cm con técnica acrílica. Un gran trabajo cuyo estilo -además- casa muy bien con la historia que cuenta y la época en que transcurre.
Junto a obras como esta, no estaría de más recordar otros ejemplos de cómics formalmente similares como El mercenario, de Vicente Segrelles o el Drácula de Fernando Fernández, por citar un par de ejemplos españoles, así como autores cuyo estilo y herramientas gráficas los acercan a este tipo de obras, como el gran Frank Frazetta, Sergio Toppi o Bill Sienkiewicz. Por falta de espacio aquí dejamos para otra ocasión a grandes maestros de la acuarela como Hugo Pratt (Corto Maltés) o Milo Manara (Verano indio), de la tinta al estilo del grabado como Magnus (Tex, el valle del terror) o grandes portadistas como Sanjulián (Manuel Pérez Clemente, para las revistas de Warren) así como otros muchos en los más diversos estilos y a cual más meritorio y artístico. En general todos ellos autores que destacan tanto como ilustradores como historietistas.
[Pueden verse las primeras 30 páginas de Jeronimus AQUÍ por cortesía de la editorial.]El cómic narra la historia del naufragio del Batavia, un recordado episodio histórico que tuvo lugar en 1629 frente a las costas de Australia y sobre cuyo principal protagonista, el holandés Jeronimus Cornelisz, gira el punto de vista de la obra, que intenta ser objetiva en lo posible y cuyo argumento recuerda grosso modo al de El señor de las moscas. El contexto histórico resulta muy bien reflejado con temas como la intolerancia religiosa, el nacimiento del capitalismo moderno gracias al comercio con las Indias Orientales o el mundo de la navegación, entre otros. E igualmente se tratan cuestiones universales sobre la naturaleza humana como la ambición, la violencia o el deber moral.
Junto a obras como esta, no estaría de más recordar otros ejemplos de cómics formalmente similares como El mercenario, de Vicente Segrelles o el Drácula de Fernando Fernández, por citar un par de ejemplos españoles, así como autores cuyo estilo y herramientas gráficas los acercan a este tipo de obras, como el gran Frank Frazetta, Sergio Toppi o Bill Sienkiewicz. Por falta de espacio aquí dejamos para otra ocasión a grandes maestros de la acuarela como Hugo Pratt (Corto Maltés) o Milo Manara (Verano indio), de la tinta al estilo del grabado como Magnus (Tex, el valle del terror) o grandes portadistas como Sanjulián (Manuel Pérez Clemente, para las revistas de Warren) así como otros muchos en los más diversos estilos y a cual más meritorio y artístico. En general todos ellos autores que destacan tanto como ilustradores como historietistas.
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