Reconozco que soy víctima (y a la vez culpable, desde el momento en
que me doy cuenta) de un prejuicio que, a modo de autoadvertencia
inicial, pasa por mi mente cada vez que veo un tebeo histórico sobre
un personaje que reúne ciertas características. Si veo que se trata
de algún militar relacionado con glorias pasadas de los ejércitos
españoles (que en ocasiones se sitúa en épocas en las que la
España como tal ni siquiera existía), y a eso se añade que además
encaja en los cánones que forjó -o consolidó-
con sus intereses la mitología franquista, de la que resulta aún difícil
escapar dada su profunda huella, esa idea racista y sesgada,
intolerante en lo religioso y ridículamente supremacista que aún hoy acompaña -al
menos para algunos- al discutido concepto de la Reconquista,(1) mi
personal percepción de todo esto me predispone con una ceja
levantada ante cada posible lectura de estos géneros o temas. Como cabe
suponer, después de la lectura de cada obra en concreto, la
precaución se me confirma como acertada (en todo o en parte) o, por el
contrario, como directamente injustificada para la ocasión.
Una
vez confesados mis “antecedentes”, he de empezar la reseña en
cuestión de Hernán Pérez del Pulgar, subtitulado El
de las hazañas, editado por Serendipia
y realizado por Roberto García (guión y dibujo) y Marta
Castro (color), dejando constancia de que es un trabajo que desmiente la posible validez puntual de estos
prejuicios, al menos en lo que a esta obra se refiere. Habiendo arrancado con una campaña de micromecenazgo (VER), la obra que os quiero comentar es un álbum en formato
europeo (tapa dura, tamaño grande…) si bien que con un extra de
páginas que se agradece, tanto por el propio número en sí (72)
como por su contenido (incluye unos extras a modo de apéndice
histórico sobre personajes y lugares que enriquecen la obra y le
aportan mayor interés y utilidad). La edición es bastante
buena y no se le puede objetar nada en cuanto a calidad de impresión,
maquetación, etc. La narración en cuestión nos cuenta, como cabe
suponer, la vida y logros del militar que da título a la obra y
cuyas aventuras y desventuras se sitúan en ese final de la Edad Media que tiene en la península ibérica un momento estelar con la toma de Granada y el
consiguiente fin de la reconquista (se entienda lo que se
entienda por ésta).
El
cómic presenta un dibujo apropiado y disfrutable que se
recrea en la búsqueda de la fidelidad de los rostros y la correcta
reproducción de aquellos elementos que nos sitúan en la época
(ropas, armas, arquitectura,…) y que se completa con una paleta de
colores -muy bien aplicados, por ejemplo en las sombras y las
varias escenas nocturnas- en la que predominan los marrones, ocres,
tierra… lo que sirve bien a la representación de esa época pasada
y lejana y la posible imagen que podemos tener de ella (tiempos duros
y austeros... cuya memoria se va perdiendo). La narración en sí resulta fluida y se sigue
sin ninguna dificultad. Ocasionalmente encontraremos viñetas más
grandes, algunas con vistas panorámicas (incluso cenitales) o con ilustraciones de un aspecto pictórico intencionado (evidente en La rendición de Granada, de Francisco Pradilla) que
encajan perfectamente con la iconografía que tenemos de esta época
y este tipo de acontecimientos, sirviendo para remarcar la importancia histórica de
ciertos momentos.
Destacaría
algo que, en mi opinión, sitúa a esta obra un peldaño por encima
de lo habitual en este tipo de cómics; se trata de la estructura
narrativa elegida, dividida en 4 capítulos y un epílogo, cada uno de los
cuales es narrado por un personaje distinto, porque además de ser un
aliciente que enriquece y sofistica la propia forma de narrar y el
consiguiente placer de la lectura, al incluir aquí -entre otros- a dos mujeres y a un musulmán la historia gana indudablemente en el
acercamiento a la realidad histórica, alejándose del habitual
enfoque patriarcal, clasista y racista que caracteriza a la
historiografía en la que muchos nos hemos educado y que, en muchas
ocasiones aún, sobre todo cuando se tratan ciertos tópicos (militares,
reconquista, religión…), sigue lastrada por la herencia de épocas
pasadas al haber servido a ideologías concretas y dominantes.(2)
Gracias a este enfoque narrativo los personajes secundarios y el
contexto en el que vive el protagonista queda realzado y, sin
embargo, el héroe protagonista queda igualmente destacado y homenajeado. Al fin y
al cabo, como decía el gran medievalista Georges Duby, “la
restitución integral del pasado es imposible”,(3) pero al
menos cabe exigir que se sea lo más honesto y objetivo que se pueda
al intentarlo.
En conclusión, el que adquiera y lea esta obra encontrará con toda
probabilidad lo que espera. Sin embargo, como sugería al principio, los que
somos menos militaristas -aunque nos gusten las aventuras de todo tipo- y no se nos enciende tanto el ánimo al hablar de glorias castrenses (la guerra es siempre horrible y la sufren más los olvidados por la historia) también vamos a encontrar un tebeo cuya lectura interesa
y que sirve, entre otras cosas, para revindicar un enfoque más
ajustado a la complejidad de la realidad. Dentro de lo posible se contempla que
aquello a lo que se pudiera querer llamar España a finales de la Edad
Media era una realidad multicultural. Si era posible ser español entonces, lo sería tanto con turbante como sin él, rezando a Cristo, a Alá o a Satanás y nunca negando que la herencia diversa de todo
aquello nos hace ser como somos hasta la actualidad... afortunadamente (una lectura muy
recomendable sobre este tema en particular puede ser La
huella morisca: el Al Ándalus que llevamos dentro, de
Antonio Manuel en la editorial Almuzara).
En otros países hacen películas y series sobre personajes con menos enjundia que la que da de sí esta historia. En este caso Hernán Pérez del Pulgar, y con él otra oportunidad de conocer una época decisiva, ya tiene al menos un buen tebeo que nos lo acerque.
Antonio Roguera
(1) Todas las imágenes pertenecientes a la obra reseñada excepto la última (José Pablo García y Paul Preston, La guerra civil española, ed. Debate (PRHGE), p. 170).
(2)
“La ciencia histórica nace (y es) en el occidente cristiano”
(DUBY y LARDREAU, Diálogo sobre la historia,
Alianza Ed., Madrid 1988, p. 118)
(3) Ibídem, p. 42.
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