El Caballero Luna
ha estado ligado desde sus principios al guionista Doug Moench y al dibujante
Don Perlin, a los cuales, como creadores del personaje, les debemos mucho, pero
si hay un nombre al que siempre está y estará ligado nuestro héroe es al de
Bill Sienkiewicz.
El Caballero Luna,
en su origen, fue creado como villano
para el cómic “Werewolf by Night” #32 (1975) y debido a la popularidad
suscitada entre los lectores cambió de bando y pasó a tener varias apariciones
en diversos títulos de la Casa de las Ideas.
Un año antes de la
salida del cómic que hoy vamos a reseñar, obtuvo su propia serie y ahí es donde
entra Sienkiewicz. Tanto él a los dibujos como Moench guionizando consiguieron
crear un héroe como ninguno hasta entonces, por poseer una peculiaridad que
ninguno tenía, ¡Cuatro personalidades! Una personalidad por cada una de las
fases de la Luna y una forma de llegar al público muy especial. ¿Qué
personalidad utilizará ahora? ¿Jake Lockey? ¿Marc Spector? ¿Steven Grant? ¿El
propio Caballero Luna? En realidad no es un superhéroe… ¡Son cuatro superhéroes
en uno! Ya que cada personalidad tiene su función a la hora de resolver los
entresijos en los que se ve envuelto nuestro cuádruple superhéroe.
Pero hoy no sólo
vamos a hablar del Caballero Luna como justiciero, vamos a reseñar el siguiente
cómic suyo.
El título que
ocupa la portada es el de Caballero Luna con rótulos en colores rojo y
amarillo. Nos llegó de la mano de la editorial Surco en el año 1983 (Dos años
después de su salida en Estados Unidos).
El cómic contenía
más de 180 páginas e incluía cinco números del héroe escarlata. En la portada
aparecía también su codiciado # 1 y el precio, 350 pesetas de la época, lo que
era algo nada desdeñable y lo más destacable ¡El Caballero Luna haciendo su
entrada estelar rompiendo una ventana de una patada en una imagen que es…
alucinante!
Pues bien, en su
interior vemos como Moench y Sienkiewicz hacen de sus maravillas en cinco
historias: una pasada por agua, otra con drogas de por medio, una más que nos
quitará el sueño, una con lucha con Daredevil incluida y una última llena de
recuerdos. En todos ellos el guión de Moench es buenísimo pero los dibujos de
Bill en ciertos momentos de tensión son magníficos.
A lo largo de
todos los años de vida de nuestro superhéroe, ha habido muchos acontecimientos
que han marcado un antes y un después en sus aventuras, pero hay situaciones
que siguen ahí en la mente de todos por su singularidad y su originalidad. De
todas ellas yo me quedo con esos instantes en los que se ve a nuestro
justiciero saltar desde el avión que pilota su amigo Frenchie o cuando salta de
alguna azotea, en donde su capa forma una media Luna y con ella desciende como
si fuera un paracaídas hasta llegar a su objetivo… en esos momentos ¡Es una
Luna viviente! ¡El hombre-Luna!
¿Qué más podría
decir de nuestro héroe? Pues que es el héroe completo y un buen espejo donde
mirarse futuros guionistas y dibujantes para comprender que la complejidad de
un héroe no radica en sus poderes o en su vestimenta, si no en el alma del
personaje y en la naturaleza del ser humano.
¡Seguimos
leyéndonos!
Por: David Cercas.
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