Lo bueno que tienen las
redes sociales es que es una herramienta que convierte en viral, cualquier
asunto, por importante o nimio que pudiera parecer. Ésta semana ha habido una
amplia polémica por la portada alternativa de Batgirl #41, obra de Rafael
Alburquerque, en la que Joker sostiene a una aterrorizada Batgirl al tiempo que
le marcaba con sangre su característica sonrisa en la cara. Una portada terrorífica
que fue inmediatamente retirada por DC a petición del propio Alburquerque vistas
las amenazas surgidas en determinados colectivos por hacer vejación de la mujer
y posible incitación al maltrato. Alburquerque no pretendía más que homenajear
y hacer un guiño al clásico de los 80, La Broma Asesina.
Así que, esta semana
nos hacemos eco de esta noticia y aprovechamos la coyuntura para hablar de una
de las obras más escalofriantes que ha dado el cómic de superhéroes y de Batman
en particular.
Batman. La Broma
Asesina es uno de los títulos fundamentales del Caballero Oscuro y que en los
80 supuso una renovación importante para el medio. Junto a Batman, Año Uno y El
Regreso del Señor de la Noche, componen la triada que generó profundos cambios
en el personaje y que inició la etapa más adulta del género superheroico
(considerado cosa de niños hasta entonces) y que ya remató Watchmen como obra
cumbre.
Sobradamente conocida
por todos los aficionados al noveno arte (es una de esas obras que no debe
faltar en ninguna tebeoteca), La Broma Asesina supuso un revulsivo importante
al tratar temas como la locura y la particular relación del Bien y el Mal. Un
argumento complejo en su sencillez, que encierra múltiples facetas y que, a
pesar de su corta longitud (son escasamente 46 páginas), es una historia densa
que incluso ha sido ampliamente estudiada en diversos ámbitos como paradigma de
la caída en la locura.
El eje argumental en sí
se centra principalmente en el Joker y muestra sus orígenes y como llegó a
convertirse en el Príncipe Payaso del Crimen, centrándose así mismo en el
Comisario Gordon y la integridad que éste representa en contraposición a la
locura psicopática del Joker.
La historia comienza
con una visita de Batman al Asilo Arkham para debatir con el Joker sobre el
futuro que le espera a ambos si sigue esta espiral de enfrentamientos continuos
y que sólo puede llevarles a la muerte. En ese momento descubre que la persona
con la que hablaba no es el auténtico Joker sino un señuelo que cubría su huida.
El Joker ha puesto su vista en un viejo y destartalado parque de atracciones
que remite a su pasado remoto donde era un comediante sin éxito, pusilánime y
patético, con múltiples deudas y una mujer embarazada. Poco después hace una
visita al apartamento del Comisario Gordon donde, en una de las escenas más
escabrosas de la historia del cómic, dispara a su hija Bárbara a quemarropa,
quedándola paralítica en el suelo y llevándose a un traumatizado James Gordon. Siguiendo
con los flashback, el joven Joker se asocia con unos delincuentes para robar en
una empresa de productos químicos y pagar así sus deudas y sacar a su mujer de
la penuria. Al enterarse de la muerte de esta en un accidente doméstico decide
dejar el robo pero es obligado por sus socios que lo usan como peón al ponerle
una capucha roja que de notoriedad al robo. El plan no sale bien ya que el
lugar estaba fuertemente vigilado y sus compinches caen en el tiroteo. El
Joker, perdido tras la muerte de su esposa y medio cegado por la capucha roja,
se enfrenta a Batman y cae a un depósito de productos químicos, de la que sale
convertido en el Príncipe Payaso del Crimen y ya totalmente desquiciado.
En el parque de
atracciones, en el momento actual, Joker plantea al Comisario Gordon su plan de
atraerle a la locura indicando que un mal día puede volver loco a cualquiera. Torturando
a Gordon física y emocionalmente, le muestra fotos de su hija herida y desnuda
para romperle psicológicamente. Batman sigue la pista del Joker hasta el parque.
Tras liberar a Gordon, este, deshecho anímicamente le indica que detenga al
criminal acorde a la ley ya que ésta es la victoria de la razón frente a la
locura. El enfrentamiento final del Joker y Batman se muestran como las dos
caras de la misma moneda y como ambos son diferentes respuestas del destino a
una misma tragedia.
La obra, como se puede
ver, es densa en su planteamiento y en los diferentes enfoques que encierra. Tiene
como eje central el clásico enfrentamiento entre el Bien (representado aquí por
James Gordon, no por Batman) y el Mal (con un Joker pasado de vueltas). También
muestra la caída en la locura del Joker, al perder a su esposa embarazada
y que, junto a la caída al depósito de
residuos químicos, le convirtió en un ser desquiciado que se deja llevar por
sus impulsos, perdiendo la razón y la cordura en el camino. Intenta demostrar que
un mal día puede doblegar a cualquiera en la persona más íntegra de Gotham, el
Comisario Gordon, mostrándole que un suceso traumático, como es ver como
disparan y abusan de su hija, puede acabar con la psique del más pintado. Sin
embargo Gordon no cae y mantiene, a pesar de todo el horror que le rodea y muestran,
su integridad a salvo.
El Joker, tras varias
décadas desde su primera aparición, carecía de un pasado definido y aquí se nos
muestra como un hombre fracasado, incapaz de sacar adelante a su familia y que
se dejó llevar por la ilusión de ser comediante, dejando atrás un trabajo bien
remunerado en la planta química y olvidando sus obligaciones maritales.
La obra ha sido objeto
de continuos y concienzudos análisis psicológicos que estudian no sólo la
particular psique del Joker, sino así mismo del propio Batman. Ambos
personajes, contrapuestos entre sí, guardan similitudes en su origen, el
asesinato de los padres de Bruce Wayne y la muerte de la esposa del Joker, que
sin embargo les lleva por caminos diferentes. Dos respuestas opuestas al dolor,
la tragedia y la pérdida, que sin embargo no hacen sino preguntarnos si Batman
no estará tan loco como el Joker pero con otro rumbo distinto.
Es prácticamente
imposible mostrar tanto en tan poco espacio y es así gracias a la particular
visión empleada por Alan Moore, por mucho que ahora reniegue o no se encuentre
totalmente satisfecho con ella. De Moore sobran las palabras y las semblanzas,
es un personaje en sí mismo que nos ha regalado las mejores obras que ha dado el
noveno arte. Watchmen, V for Vendetta, From Hell… y así seguiríamos, pues su
bibliografía es Historia de los Cómics.
Brian Bolland es
igualmente una leyenda de la historieta que se inició en 2.000 A.D. con tebeos
del Juez Dredd para luego regalarnos esa interpretación futurística de la
leyenda artúrica que es Camelot 3.000. Bolland realiza aquí un trabajo que
continúa el estilo narrativo empleado por Dave Gibbons en Watchmen, no
obstante, el propio Alan Moore reconoció que La Broma Asesina fue escrita a
posteriori de ésta por lo que guarda muchas similitudes tanto estética como
narrativamente con su obra cumbre.
La Broma Asesina ha
sido objeto de numerosas reediciones tras su publicación inicial en 1988, la
última de las cuales, con motivo de su 20 aniversario, fue revisada y recoloreada
por el propio Bolland para mantener el espíritu con el que fue originalmente planteada.
Batman, La Broma Asesina
es una obra de arte en sí misma. Un viaje por lo más profundo de la psique
humana y las distintas consecuencias que puede traer un día trágico en diferentes
personas. Un relato estremecedor que no puede dejar indiferente a nadie.
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