La primera razón es el poder de la imagen en sí. Ésta consigue de una forma inmediata (directa, sencilla y accesible al gran público) llevarnos a una atmósfera concreta, narrar una historia en torno a un tema y con un tono específico (irónico, serio, misterioso…), explicar conceptos abstractos, emocionar…
En segundo lugar, la novela gráfica como género se enfrenta a lo cotidiano, aborda sentimientos que invitan a la reflexión y a cierto sentido de la nostalgia. De esta manera, el género costumbrista o Slice of life ha conquistado a un público diferente, un público minoritario y que se suele etiquetar como “culto”.
Pero cultura es todo y el cómic tiene una gran capacidad para reflejarla, mostrar lo que somos, conocernos un poco mejor a nosotros mismos y a los demás, es un espejo muy claro de nuestras rutinas, nuestro comportamiento en sociedad, nuestras reacciones y sentimientos ante distintas situaciones (enfermedades, guerras, viajes, amor…).
Por esto, una buena novela gráfica nos pueden llevar como pasajeros a otras culturas bien como viajeros asombrados (Delisle, Isusi) o bien de la mano de “nativos” que nos muestren la vida en otros países (Sartrapi, Mizuki).
En este sentido, queremos recomendar obras como Crónicas birmanas (Astiberri) y NonNonBa (Astiberri)
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