En 1979 una película
australiana de presupuesto modesto y tirando de mucha imaginación logró un
tremendo éxito en todo el mundo. Su título, Mad Max, salvajes de la autopista.
Pronto la industria de Hollywood posó su vista en esta cinta y encargó a su
director, George Miller una segunda entrega con más recursos y presupuesto. Y
llegó Mad Max 2, el guerrero de la carretera (The Road Warrior, 1981), que
supuso el espaldarazo definitivo y asentó un nuevo género que apenas había sido
desarrollado anteriormente, el post-apocalíptico.
El apocalíptico es una
temática más dentro del amplio espectro que muestra la ciencia ficción. Versa sus
argumentos principalmente en un desastre cataclísmico de carácter mundial que
socava la sociedad tal y como la conocemos, generalmente por errores propios de
la humanidad así como sus consecuencias, mostrando un futuro devastado y
pesimista.
El mundo de Mad Max
presenta un futuro asolado por el desastre de una guerra nuclear global que ha
devuelto a la humanidad a un estado de salvajismo latente (la civilización no
es más que una mera máscara que oculta la auténtica naturaleza humana) donde la
supervivencia del más fuerte y la lucha por
recursos como el agua y el combustible es eje central de su trama.
Este escenario de
supervivencia y grupos tribales de carácter salvaje en contraposición con otros
que pretenden reconstruir de nuevo la civilización fue ampliamente explotada en
los años 80 en diversos títulos, principalmente cinematográficos de variada
calidad.
El cómic no fue ajeno a
esta eclosión de barbarie post-apocalíptica y nos ha dejado un buen montón de
títulos con esta temática, La Superviviente (Paul Guillon), Hombre
(Segura/Ortíz), Jeremiah (Hermann) e inclusos los pasajes de la Tierra Maldita
del Juez Dredd (Wagner/Ezquerra).
El último recreo, del
dúo argentino Carlos Trillo y Horacio Altuna se enmarca dentro de esta temática
de mundos desolados y lucha por la supervivencia. Aunque le da una original vuelta
de tuerca.
La historia presenta un
mundo en el que todos los adultos han desaparecido a causa de una bomba que
lanza a la estratosfera un arma biológica que acaba con todos aquellos
individuos que han alcanzado la madurez sexual. En consecuencia, sólo los niños
sobreviven al desastre y tienen que aprender a manejarse solos en un mundo sin
la supervisión de los adultos y las consecuencias que de ello hay. Como en Mad
Max, los niños comienzan a organizarse en grupos y los más fuertes explotan y
se aprovechan de los más débiles así como asalvajadas hordas de ratas y
perros que también intenta sobrevivir.
Con muchos puntos en
común con El Señor de las Moscas de William Golding, El último recreo presenta
una excusa perfecta para hacer un relato de la sociedad llevada a sus extremos.
Mostrando la naturaleza humana a través de unos niños de diferentes edades y
como su relación con el desastre que les rodea hace florecer emociones como la
confusión, la ira, el odio, el temor a lo desconocido, el materialismo, el egoísmo
y sobre todo, en el caso de los chicos más mayores en plena pubertad, el
despertar sexual que llevará acarreado su propia muerte.
Carlos Trillo y Horacio
Altuna dejaron su Argentina natal en 1982 para establecerse en España, hastiados
de la dictadura militar de Videla y acogiendo con entusiasmo la incipiente
democracia que se estaba estableciendo en nuestro país. Con una amplia
trayectoria a sus espaldas, pronto entraron a trabajar en Toutain Editor,
siendo precisamente El último recreo, su primera aventura gráfica en ésta
editorial y publicándose seriada en la mítica revista Zona 84.
La obra de Trillo y
Altuna siempre se ha caracterizado por mostrar la inquietud de la sociedad y un
marcado pesimismo en las relaciones humanas. Tanto en conjunto, como individualmente,
ambos autores nos han dejado una serie de títulos fundamentales en una década
como la de los 80 en la que España salía de una dictadura que presentaba los
tebeos como algo marcadamente infantil (consideración que aún tiene visos en la
actualidad, incluso en personas jóvenes) para dar el paso a lo que tantas veces
hemos dado en reseñar como el boom del cómic adulto. El loco Chávez, Las
puertitas del Sr. López, Charlie Moon, son algunas de las mejores
colaboraciones de éste dúo argentino y que han quedado como referente de la
historieta española y de una época en el que el cómic expresaba el sentir de la
sociedad a través de sus viñetas.
El último recreo es una
obra con una visión desencantada de la naturaleza humana, presentada a través
de unos personajes que dejan de lado la inocencia y candidez propia de esa
infancia idílica y protegida que creemos tener, para enfrentarse a un mundo
desolado en el que aflora finalmente la lucha por la supervivencia, incluso en
sus formas más salvajes.
Jesús Bravo.
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