Repasamos esta semana, uno de los títulos más reconocibles del cómic español y, sobre todo, una de las obras del comix underground fundamentales para la juventud de los años 80 y 90.
Peter Pank edición integral, recopila en un solo tomo los tres álbumes originales; Peter Pank, El Licantropunk y Pankdinista!, publicadas inicialmente por entregas en la mítica revista El Víbora, así como todas las historietas cortas e ilustraciones que han ido apareciendo en diferentes publicaciones a lo largo de los años. Una edición, por parte de La Cúpula, cuidada al detalle y con especial querencia por la obra de Max.
Descrito por la propia editorial: "El personaje de Peter Pank es una parodia del Peter Pan de la película de Walt Disney. Los diferentes personajes de dicha película son interpretados en el cómic bajo el prisma de las tribus urbanas de la España de los años ochenta. Peter Pank es el personaje más carismático y popular de los creados por la mente genial de Max. Este punkie de rasgos aguileños y maneras radicales se ha convertido en símbolo de una juventud eternamente peleadora y rebelde que no acepta las reglas impuestas por la sociedad en que le ha tocado vivir. Y es que la lección de Peter Pank está clara: si no puedes cambiar tu sociedad... ¡perviértela!"
Así, los niños perdidos del original son aquí punkies atraídos por la violencia gratuita y que se ponen hasta arriba de anfetas. Los piratas del Capitán Garfio son rockers comandados por el Capitán Tupé. Los indios son jipis consumidores de hachís y tripis y las sirenas son representadas como unas ninfómanas ávidas de sexo. Todos conviven en Punkilandia, un remedo del País de Nunca Jamás original, con más mala baba y reflejo de una juventud de la época que se organizaba en pandillas enfrentadas entre sí y para quienes las calles eran suyas.
El Peter Pank de Max no debe entenderse sólo como una parodia de la obra de J.M. Barrie, sino como una metáfora de la sociedad de su tiempo y sobre todo, de una generación, la de los 80, que comenzaba a descubrir la libertad a través del ocio, el sexo y las drogas y cuyos sentimientos identitarios le hacían reunirse en grupos homogéneos que tienen como referencia la indumentaria y la música, surgiendo de éste modo las tribus urbanas y su particular relación con la sociedad que les rodea. Ese tono referencial al clásico de Disney también se nutre de otros elementos de la contracultura como películas de terror, música, tebeos (Conan y Hazañas Bélicas, sobre todo) y dibujos animados, llenando las páginas de multitud de pequeños guiños a los lectores que sepan identificar esas referencias.
Max (Francesc Capdevila, 1956) se inició en la historieta dentro del incipiente movimiento underground barcelonés mientras estudiaba en la Escuela de Bellas Artes de San Jordi. En 1979 empezó a colaborar mensualmente en El Víbora, revista en la que desarrolló la mayor parte de su obra historietística y desde la que se convirtió en uno de los autores de cómic españoles más reconocidos. Con obras como El canto del gallo (1996), El prolongado sueño del Sr. T (1998), Bardín, el superrealista (2000) o Vapor (2012), entre una ingente cantidad de títulos dedicados a la historieta y la ilustración, Max no es sólo una referencia en sí mismo y un clásico en activo, sino un artista con una de las carreras más extensas, que ha desarrollado su obra abarcando los más diversos campos de la actividad gráfica. Max ha desplegado un repertorio gráfico y narrativo capaz de moverse en todos los géneros. Seguidor y exponente de la línea clara, deudora de la Escuela Valenciana, fue uno de los autores que inició el underground en España, tomando a Robert Crumb como referencia. Miembro fundador del equipo de la revista El Víbora su obra va evolucionando de lo que se dio en llamar línea chunga a un estilo de línea clara clásico, teniendo a Yves Chaland y Ever Meulen como reflejo. Una larga trayectoria de experimentación que hace disfrutar de cada obra de Max y que ésta haya sido ampliamente reconocida con multitud de premios como el Ignatz (USA, 1999) o el Gran Premio del Salón Internacional del Cómic de Barcelona (2000) y el Premio Nacional de Cómic del Ministerio de Cultura (2007)
Peter Pank es sin duda una de las lecturas inexcusables para entender la evolución del cómic en nuestro país. Una obligación para todos aquellos a los que nos fascina el medio y que no debería faltar en las estanterías de nuestra tebeoteca.
1 comentario:
Este de Peter Punk lo leí en su tiempo, cuando salió, hace ya una eternidad. Desde mi punto de vista el primer tomo, que parodiaba la peli de Disney de Peter Pan, estuvo muy bien. En los siguientes se notó mucho que a Max no le hacía gracia su personaje. El siempre fue más jipi que punki (ver su Gustavo). Según leí en una entrevista, al final estaba harto del éxito de Peter Punk y acabó pasando de él. La reseña, como siempre, espléndida.
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