miércoles, 8 de julio de 2009

Añoranza: Tannhäuser

(Espero que nadie me acuse de falta de imaginación o de qué sé yo por dedicar la primera entrada que escribo para el blog a un cómic que leí hace ya tiempo, en vez de a novedades o eventos actuales o similares, y que ni siquiera tiene que ver con el panorama extremeño)

"Yo he visto cosas que ninguno de vosotros creeríais..."

No empieza así esta extraña historia futurista que es Tannhäuser, obra de Gonzalo Torné (en el guión), de Sergio Sandoval (en los lápices -y grises-) y de Joan Baranguer (en las tintas), que fue publicada allá por el año 1998 (¡no ha llovido ni nada! Bueno, no tanto en Extremadura, que ya sabemos que ésta es tierra seca) por Planeta-De Agostini en su línea de cómics Laberinto (ya extinta, R.I.P.). Pero, tal como atestiguaban los mismos autores en una entrevista, en efecto, este cómic contiene homenajes a la afamada cinta de Ridley Scott (¿hace falta que diga que hablo de Blade Runner?), así como al manga Alita.

Al parecer, Tannhäuser nace de la propuesta que una editorial hizo a Gonzalo Torné para escribir el guión de un cómic comercial, al estilo de los de la editorial Image (WildC.A.T.S., Team Force,...), que a eso de mediados de los 90 irrumpieron con mucha fuerza y engatusaron los ojos de nuevas generaciones de lectores con virtuosismos algo vacíos, uséase, efectos especiales a punta pala y vaciado de cerebro porque sí (menos mal que estaba The Maxx, de Sam Kieth y William Mesner-Loebs, qué pena no haberlo seguido, snif). El señor Torné se pasó aquella directriz por cierta parte que no mencionaré para evitar herir sensibilidades, y les coló una historia diferente. El resultado es que el cómic tardó bastante tiempo en salir a la luz y el guión comenzó a pasearse por distintas editoriales. Hasta que la todopoderosa Planeta, a la que le había dado por explotar el cómic 'patrio', se cruzó en el camino.

Una historia diferente, he dicho. Cinco individuos (Slater, Brigid, Cairo, Samuel y Wilmer -spoiler: el pringao que no dura ni un asalto-) quieren escapar de un sistema opresor en la Tierra para hallar el paraíso en la Luna. Pero uno de ellos tiene intenciones 'ocultas', como es dar una buena patada al sistema antes de marcharse. Y el sistema no se va a dejar pisotear así como así: tiene sus cyborgs y al peligroso Rosenkrantz. Bien, la historia no es exactamente ésta, pero se aproxima.

Estamos ante un cómic bastante peculiar. Bien puede leerse como un cómic de acción, porque tiene mucha (el último número en concreto sirve para ilustrar lo que digo, con el combate entre Rosenkrantz y un Samuel renacido). Pero no es sólo efectos especiales y batallitas, y se permite momentos más íntimos entre los personajes (la historia de Cairo en el segundo número, el diálogo entre Slater y Brigid al final del primer número), que nos permiten conocerlos un poco más; algún episodio con algo de filosofía o lirismo (el monólogo de Rosenkrantz sobre qué es ser un monstruo en el número 3).

No puedo ser imparcial con esta obra: me enganchó en su momento y, cada vez que vuelvo a sus páginas, vuelvo a perderme en sus viñetas y en su historia. Tiene el suficiente poder de atracción, un tono (que bebe de la serie negra y no sólo de futurismo) que invita a seguir leyendo y uno quiere saber cómo demonios concluirá. El trazo de Sergio Sandoval, entintado por Baranguer, es increíble, rabioso, muy ambiental, y, al leer el cómic, uno tiene la impresión de que es el dibujo adecuado -de hecho, me encanta cómo dibuja Sandoval: pero no he vuelto a saber de él, salvo que ilustró el último libro de Pérez-Reverte, Ojos azules o algo así-. La pena es que no se cumpliera la 'amenaza' de sus autores: una continuación. Aunque, bien pensado, quizás fue mejor así: ya se sabe que las segundas partes a menudo decepcionan.