viernes, 28 de mayo de 2010

Cadáver exTreBeO #19

19ª entrega de la saga sobre Matías.
Esta vez de la mano de Fran Aguilera
con guión de David Heraldo.
Puedes seguir toda la historia AQUÍ
Cada viernes una nueva entrega!

viernes, 21 de mayo de 2010

Cadáver exTreBeO #18

18ª entrega del webcomic de exTreBeO.
Puedes leer toda la historia AQUÍ
Cada viernes una nueva entrega!

miércoles, 19 de mayo de 2010

Inauguración "Salita del Cómic"

Hoy a las 20:30 H
estaremos en la presentación
de la «Salita».

martes, 18 de mayo de 2010

EL ARTE ACOMPLEJADO

Cuando empecé a leer tebeos, hace ya más de cuarenta años, los tebeos se llamaban así, TEBEOS. Daba igual que fuesen de humor, de aventuras, de superhéroes o clásicos americanos. Todos lo géneros se amparaban bajo una sola denominación: TEBEOS.

Tampoco importaba el formato a la hora de nombrarlos. Tebeos eran las revistas, los álbumes de Astérix, Tintín o Blueberry, los libritos de Ediciones Vértice que publicaban a superhéroes americanos y los gruesos tomos de Burulan en los que se publicaba al Príncipe Valiente, el Hombre Enmascarado o Flash Gordon.

Todavía no habían aparecido por nuestros kioscos los tebeos japoneses.

Los tebeos eran las historias contadas en viñetas dibujadas y se consideraban mayoritariamente un producto infantil. Hasta tal punto era así que cuando uno entraba en la adolescencia tenía que poner cuidado en no leer tebeos en público porque inmediatamente era considerado poco más que un idiota, o alguien inmaduro, un niño, vamos. Esa consideración, como todo el mundo sabe, resultaba sumamente hiriente para un adolescente que se esforzaba en dejar atrás la infancia.

Que un adulto se atreviese a leer tebeos en público era algo sumamente raro e improbable.

Ocurrió que hacia finales de los años setenta y principio de los ochenta empezaron a aparecer en los kioscos unas revistas que contenían tebeos dirigidos a un público adulto (o al menos eso era lo que pretendían). Fue la época de Corto Maltés, Moebius y tantos personajes y autores, principalmente europeos, que contaban unas historias diferentes que por primera vez llegaban al público español tras tantos años de censura franquista.

Los editores se vieron en la obligación de desmarcarse del apelativo TEBEO para informar a sus lectores de que sus revistas tenían contenidos adultos, que aquel que las leía no era necesariamente un idiota infantilizado y subdesarrollado.

Fue cuando se inventaron la palabra COMIC, de claras resonancias anglosajonas.

Por otra parte los autores de comics empezaron a anhelar un reconocimiento social parejo al de los cineastas, pintores o literatos.

Como la influencia yanqui no era bien vista entre la progresía de la Transición, importaron de Argentina la palabra HISTORIETA para de este modo desmarcarse también de los infantiles tebeos.

Como si esto no fuera suficiente, los sectores más marginales acuñaron otro término, COMIX, para hacer referencia a tebeos de contenidos más escabrosos y contestatarios, dentro de lo que entonces se denominaba movimiento underground.

Eran COMIX, los tebeos de Robert Crumb o los de la primera época de Max, con su Gustavo.

Así las cosas, a primeros de los ochenta, teníamos ya en España cuatro maneras de llamar a los tebeos: tebeos, comics, historietas y comix.

De estas cuatro denominaciones la única que permitía nombrar de un modo específico a un autor de tebeos, fuese guionista o dibujante, era Historieta, de la que se derivaba la palabra HISTORIETISTA.

Pero historieta suena a opereta e historietista a cuentista. No eran maneras apropiadas de llamar a un medio y a unos autores que luchaban por el reconocimiento social de su calidad artística.

Así que finalmente fue la palabra COMIC la que se llevó el gato al agua, aunque dejó sin resolver como debemos llamar a un autor de comics, pues comiquero o comicista no han tenido aceptación. Así, cuando uno se dedica a hacer tebeos, siempre es considerado por los profanos como un dibujante aunque no sepa hacer la O con un canuto y se gane la vida escribiendo guiones de tebeos. ¿Cómo llamar a gente como Alan Moore o Carlos Trillo? Guionistas, sin duda. Pero esa denominación los confunde con los guionistas de cine y televisión. Qué bonito sería tener una palabra como dramaturgo que define a los escritores de teatro.

Pasó el tiempo y aquellas revistas que publicaban material de calidad empezaron a encontrar problemas para mantener el nivel debido a la saturación del mercado. Aunque parezca mentira hoy en día, había demasiadas revistas de comics en los kioscos. La temática de los comics empezó a quedar constreñida con demasiada frecuencia a cuatro temas fundamentales: sexo, violencia, humor y ciencia ficción.

Aunque todos estos temas se encuentran con la misma o mayor abundancia en otros medios de expresión como el cine o la literatura, se empezaron a considerar socialmente como los temas específicos de los tebeos.

De este modo nos encontramos en la situación de que el medio había crecido, sí, pero había pasado de ser una distracción infantil a otra para adolescentes. Los adultos con inquietudes intelectuales o que buscaban unas historias más inteligentes y maduras seguían despreciando los tebeos como un subproducto. Esto tenía la inevitable consecuencia de que los autores de tebeos seguían sin alcanzar el reconocimiento deseado. ¿Cómo ibas a comparar a un cineasta, un pintor o un novelista con un dibujante de monigotes?

Entonces aparecieron en el mercado los tebeos japoneses. Como ningún editor quería que este material fuese confundido con los tebeos o los comics, junto con las páginas importaron el nombre: MANGA, que no es otra cosa que tebeo en japonés. Imaginaros que tuviésemos que importar una palabra también para el cine japonés o el sueco o el francés…

La maldición continuó. A pesar del innegable nivel intelectual y artístico de autores como Urasawa, Tezuka o Taniguchi, inicialmente sólo se publicaron AKIRA de Otomo, Dragon Ball (impecable tebeo para niños infinitamente superior a muchos supuestamente adultos) y sucedáneos.

Así que el prejuicio se trasladó a los mangas, considerados por los profanos como otro subproducto para niños, adolescentes y frikis de toda laya.

O sea que ni siquiera los grandes tebeos japoneses lograron romper el desprecio social contra los tebeos.

Llegados a esta situación los autores, apoyados por los editores, decidieron sacarse de la manga un nuevo nombre, en el continuo esfuerzo por hacer comprender al gran público que un buen tebeo puede ser tan adulto y profundo como una buena película o una buena novela.

Aparecieron las NOVELAS GRÁFICAS, que no son otra cosa que tebeos con muchas páginas, editados generalmente en cartoné en tamaño 17x24 cm. y con contenidos supuestamente adultos. Y digo supuestamente adultos porque muchas de esas novelas gráficas contienen historias insulsas y autobiográficas de veinteañeros yanquis o europeos que creen que las cotidianidades de sus vidas tienen mucho interés. Afortunadamente no todas son así. Pero si encuadernas en cartoné y al tamaño reseñado las tiras de, por ejemplo, Rip Kirby, tendrás una genial novela gráfica (o tebeo) muy superior a lo que se viene publicando habitualmente, salvo honrosísimas excepciones.

También hay que recordar que también los viejos tebeos de Hazañas Bélicas se presentaban con el nombre de “novelas gráficas” aunque todo el mundo los llamábamos tebeos.

Así que a estas alturas tenemos varias palabras para llamar a una misma cosa. La narración en viñetas dibujadas puede denominarse en España: TEBEOS, COMICS, HISTORIETAS, COMIX, MANGAS Y NOVELAS GÁFICAS.

Imaginemos por un momento que el cine tuviese un nombre distinto según se refiriese a películas de humor, de aventuras, violentas, japonesas o de arte y ensayo. Crearía confusión entre el público.

Esta claro que los aficionados a los tebeos podemos defendernos tanto si nuestro medio favorito se llama de una manera o de trescientas, pero los profanos, aquellos que se acercarían a los tebeos buscando buenas historias, quedan desconcertados ante una oferta variada que en el fondo ofrece lo mismo, tebeos.

Creo que el objetivo buscado con tanta búsqueda de nombre: la valoración como arte del medio, no se ha conseguido ni se conseguirá con este baile de nombres.

Hace poco en el prólogo de un tebeo de un autor francés, el prologuista se refirió a la obra que presentaba como una “Bande Desineé” (creo que se escribe así) que es como llaman a los tebeos en Francia. No habría ningún problema si el prólogo no estuviese escrito en castellano. Se conoce que todo el repertorio de nombres que hemos expuesto le parecía insuficiente al avispado prologuista e incapaz de inventar uno nuevo recurrió a denominar al tebeo como se llama en su país de origen. Semejante despropósito no habría podido tener lugar si de una vez por todas hubiese un consenso social para llamar a los tebeos de una sola manera.

Pero siendo realistas este consenso no llegará y seguiremos expuestos a la aparición de nuevos nombres a medida que al público “adulto” (o mejor, a los editores) le vaya pareciendo que las “novelas gráficas” cuentan historias demasiado infantiles e inanes para sus cultivados gustos.

Y los lectores y autores de tebeos seguiremos cada vez más encerrados en el reducto de la marginalidad friki localizado en las librerías especializadas.

Gol

viernes, 14 de mayo de 2010

Cadáver exTreBeO #17


17ª entrega del folletín semanal de exTreBeO.
Puedes seguir la historia entera AQUÍ
Cada viernes una nueva entrega!

lunes, 10 de mayo de 2010

Roberto Alcázar y Pedrín # 04


Pues seguimos adelante con las aventuras de los siempre intrépidos Roberto Alcázar y Pedrín. Esta entrega se abre con una de sus peripecias menos interesantes. La narración se desarrolla de manera precipitada y con soluciones de guión de las de magia potagia. Los miembros de la temible secta Los Hermanos de la Estrella, bajo el ideal de la liberación de Birmania del yugo occidental, cometen actos terroristas con el fin más mundano del robo de joyas. Vamos, que no son sino la típica banda de delincuentes que nuestros héroes van a desarmar en un santiamén. Así, Roberto Alcázar sale a la búsqueda de la guarida de los malvados y, en la siguiente viñeta, vete a saber cómo y por qué, ya ha dado con ella.



Pues eso mismo, va por la calle y “no hay duda”. La guarida resulta que es un almacén, así que dos o tres viñetas después ya han dado con el emplazamiento de la guarida real, pero son apresados por los malos, que los llevan prisioneros a ella no sin que antes Pedrín se escape. Su argucia es tremenda: el coche se detiene en un descampado, los malos descienden con nuestros héroes encañonados por sendas pistolas, y de buenas a primeras Pedrín echa a correr dejando a los malvados con un palmo de narices. Se llevan a Roberto para la casa perdida en mitad del campo, la siniestra guarida, y el coche en el cual los han llevado hasta allí se marcha. Y entonces vemos que Pedrín, ejem, estaba oculto debajo del coche. Jeje, desde luego hay que reconocer que a vosotros no se os hubiera ocurrido. Aun detenido, Roberto le suelta un par de ñoños al jefe de la banda, un enmascarado como mandan los cánones.




El resto, pues nada, unos chistecillos para amenizar cómo Pedrín da con la ayuda, la policía entrando en acción a tiro limpio y Roberto sacudiendo de nuevo el polvo a la chaqueta del enmascarado.

La siguiente aventura, El torreón de los jorobados, no es mucho mejor, pero sí que muestra algunos detalles que consiguen que nuestra atención no se distraiga demasiado. La primera de ellas, la clarísima referencia a la película de Edgar Neville y Emilio Carrere La torre de los siete jorobados, clásico primitivo del cine fantástico hispano, no sólo por el título, también por su trama. Nos enteramos, nada más empezar, de que Roberto es dueño de unas acciones de unas minas africanas. Vamos, aclarando que dinero no es lo que necesitan nuestros héroes. Recurso de guión inteligente que evita las preguntas habituales de los que se creen que esto es la vida real e inquieren sobre los medios de vida de los héroes de las historietas.


Como es habitual, los malos se dedican a robar joyas a honestos banqueros. Uno de ellos denuncia el caso a Roberto, explicándole que el ladrón, al huir, perdió una tarjeta con una escritura cifrada. También que el ladrón parecía, por su figura en la penumbra, un mono.



Roberto investiga tipo Mandrake, esto es, me lo saco de la manga, y descifra la tarjeta y deduce que el ladrón es en verdad un jorobado en tan pocas viñetas que se tarda más en leerlas que en lo que Roberto y Pedrín tardan en sacar sus conclusiones.



¡Madre mía! Peligrosas calles recorren nuestros héroes en busca de la guarida de los siniestros jorobados.



Hasta que dan con uno, pero mientras nuestros amigos discuten si tocar el violín es una contraseña o una serenata a una enamorada, el jorobado les da esquinazo.




Roberto Alcázar y Pedrín, a pesar de esto, descubren qué casa oculta a los jorobados gracias a esa figura tan entrañable, hoy desaparecida, que es la del sereno. Así, haciéndose pasar por dos que quieren alquilar la casa, entran en la guarida de los malotes, que es un rato siniestra, con murciélagos y todo.



También hay una leyenda de fantasmas que la habitan y una trampilla secreta que da al torreón del título. El folletín se torna algo desquiciado, pero esto mismo es lo que le da un poco de interés a la historia que no deja de moverse, pese a todo, en el mundo de lo convencional y estereotipado. Ojo, que me encantan las aventuras de Roberto Alcázar y Pedrín, pero cuando son mediocres hay que reconocerlo, ¿no?

Se van de allí para informar a su jefe, el banquero que ha requerido sus servicios, pero resulta que los jorobados lo han raptado. Fijaos qué viñeta tan bonita que el remontaje de esta edición no ha logrado destrozar:



Nuestros héroes se preparan para rescatarlo de las garras de los malvados jorobados. Me encanta que Roberto le cuestione a Pedrín el bastón y sin embargo le parezca bien que se lleve un martillo. La verdad es que utilizan los clavos, pero a mí me da que es para despistar: el martillo es un ARMA, como ya veremos. Dick Tracy, nenaza.




Los jorobados resulta que se dedican también a falsificar billetes. Aquí ya vale todo: el recuerdo del Dr. Mabuse de Fritz Lang mezclado con el clásico de Neville da lugar a un potaje de cuidao.




Nada, nada, nuestros héroes se introducen en el torreón, que como en la película de Neville se extiende hacia el fondo de la tierra, prestos a detener a los jorobados y salvar al honrado y honesto banquero. Tras varias peripecias por los oscuros y siniestros corredores subterráneos, dan con los fantasmas. Y con la solución al verdadero uso del martillo.





Y nada, amigos, palos a porrillo para cerrar la sesión en las ya de por sí molidas espaldas de los jorobados disfrazados de fantasmas. En estas últimas seis viñetas es fácil comprobar cómo eran editadas estas páginas alterándolas: no tenéis más que ver en la parte superior cómo las líneas del sombreado sufren un corte allí donde han sido retocadas para hacerlas más altas y más anchas, destrozando la composición original del gran Vañó.



Y esto ha sido todo por hoy. A partir de aquí las aventuras de Roberto Alcázar y Pedrín se irán haciendo más interesantes gracias a que los guiones se van desquiciando de manera paulatina, sumado esto a que pronto empiezan a adueñarse de la función doctores locos, vampiros de medio pelo, malvados morrocotudos, hombres mono y demás fauna maléfica propia del pulp más enloquecido. Ya veremos si vuestro espectro favorito tiene fuerzas para seguir despedazando estas historias ante tantos horrores como se acumulan. Por el momento, un abrazo envenenado: Llosef.

viernes, 7 de mayo de 2010

Cadáver exTreBeO #16

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Cada viernes una nueva entrega!

Cartel oficial

Ya tenemos el cartel definitivo para la
«Salita del Cómic, Cáceres • 2010»
En menos de 2 semanas tendremos un evento en Extremadura
que os hará olvidaros de otros Salones.
Ilustrado por Camello y color de Casares

martes, 4 de mayo de 2010

La "Salita" en la radio

Fue el pasado 23 de abril en Canal Extremadura Radio,
en el programa Los Dos de la Tarde,
donde Fermín Solís habló sobre el evento.
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