El Fantasma de la Ópera es una de esas obras universales que todo el mundo conoce, pero muy pocos se han acercado a ella. A lo sumo habrá visionado alguna de sus múltiples adaptaciones cinematográficas. Aunque al menos como referencia o de oídas, todo el mundo conoce el argumento de la novela escrita por Gastón Leroux.
El cómic, como también el cine, siempre se ha nutrido de la literatura para poner en viñetas algunas de sus obras más destacadas, teniendo especial predilección por aquellas novelas publicadas a mediados o finales del siglo XIX. El carácter folletinesco de estas obras, publicadas la mayoría por entregas en diversos periódicos y revistas de la época y los personajes y ambientes que plasmaban, se adecuan perfectamente a la narrativa visual de los tebeos. Así, clásicos como Los tres mosqueteros, La guerra de los mundos, Drácula o la mayoría de obras escritas por R. L. Stevenson o Jules Verne entre otros, han tenido su plasmación en viñetas con multitud de versiones y puntos de vista. El Fantasma de la Ópera no iba a ser menos.
La historia narra el drama de un hombre misterioso, un fantasma que vaga por el edificio de la Ópera de París. Una serie de tragedias inexplicables tienen en vilo a los empleados de la Ópera, que sostienen que el edificio está encantado. No se equivocan. El Fantasma de la Ópera es un tenebroso personaje que vive en los sótanos, hechizado por la bella Christine, una cantante que le hace enloquecer y a la que ayuda en las sombras para que se convierta en la prima donna del Teatro de la Ópera. Sin embargo, la aparición del vizconde Raoul de Chagny, antiguo amor de Christine, enloquecerá al fantasma y lo abocará al desastre.
Christophe Gaultier ya publicó anteriormente una versión del Robinson Crusoe de Stevenson, por lo que es un autor con tablas para realizar esta nueva adaptación del clásico de Gastón Leroux. Muy en la línea de otros creadores franceses como Christophe Blain, Bluch o Johann Sfar, con un trazo roto, incluso sucio pero lleno de expresividad y acorde tanto al género como a la narrativa utilizada. Gaultier es fiel al argumento original y al entorno en que se mueve, mostrando un París decadente, oscuro, lleno de sombras y amenazas pero que también sabe retratar el lujo y la suntuosidad del edificio de la ópera y sus transeúntes. Gran parte del partido que se saca a esta obra se encuentra en la paleta de colores apagados, obra de la colorista Marie Galopin, que contrastan con las sombras y trazos de Gaultier.
Su ambiente decimonónico, lleno de calles tenebrosas, pasadizos ocultos, bailes de máscaras y personajes que se mueven en la sombra atrapan al lector desde la primera página.
El Fantasma de la Ópera fue publicada originalmente en Francia en dos partes aparecidos en 2007 y 2008. Impedimenta recopila ambas en un estupendo tomo recopilatorio, excelentemente editado y con una atractiva y misteriosa portada.
Una adaptación más que nos remite a un clásico de la literatura universal y que saca todo el partido a una obra que ya de por sí resulta atrayente. Disfrutad del descenso a los infiernos de Erik, el Fantasma de la Ópera.
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