jueves, 30 de abril de 2015

De la C a la C (22). Cómic y Enfermedad

¡Hola! Me vais a perdonar que hoy me ponga un poquito amargo, dogmático y casi profundo, pero me apetecía hablar de un tema que creo que lo requiere: La enfermedad. 

La enfermedad es siempre , evidentemente y perdón por la expresión, una buena putada. Dentro de ella hay rangos, no es lo mismo tener un catarro que un cáncer de páncreas, pero hay otro tipo de distinción de la que somos menos conscientes pero que está ahí: Enfermedades vergonzantes y enfermedades que no. 

Desgraciadamente hay una serie de enfermedades, especialmente las enfermedades mentales y las relacionadas con envejecer, que a día de hoy te pueden convertir en un paria social. Yo lo sé porque soy un enfermo mental (gracias a los dioses en franca recuperación). Tengo una mierda que se llama “Trastorno de Ansiedad Generalizado” o TAG porque a los médicos les gustan mucho los anagramas. ¿Alguna vez has tenido un ataque de nervios de los que no sabes si te va a dar una chunga, con el corazón disparado, sensación de ahogo, mareo...? Pues a mí me pasa con bastante frecuencia y sin motivo. Ahora mismo me pasa poco y  lo controlo. Hace un par de años una vez a la semana estaba en urgencias pensando que me moría. Y aquí hay tres cosas curiosas: 1- Lo que tengo es una enfermedad, no es que esté tonto o no sepa vivir. 2- Yo no tengo más culpa de estar enfermo de la que tiene alguien con gripe. 3- Un 3% de la población del “primer mundo” tiene TAG. Es decir, que es muy probable  que  alguien a tu alrededor lo tenga y no te lo haya dicho. 

Porque esa es una característica de este tipo de enfermedad: Que da vergüenza admitirla. Y eso es una mierda porque una de las cosas que más duelen cuando tienes una enfermedad crónica es la continua sensación de incomprensión. 

¿Y a qué viene este rollo sobre mi salud? Pues porque yo he visto que una de las cosas que  me vienen mejor es la visibilidad, saber que hay mucha gente igual que yo que lo supera día a día, ver cómo otras personas resuelven su enfermedad para reflejarme en ellos. Y una de las ocasiones en que me ocurrió fue leyendo los Combates Cotidianos de Lafournet.



Un cómic genial que me recomendó Pablo Calvo. El protagonista tiene un trastorno de ansiedad que reconocí perfectamente antes de que dijeran qué le pasaba. Está dibujado a la perfección, esa angustia y ese que desaparezca todo lo que te rodea porque solo eres capaz de darte cuenta de lo mal que te encuentras y solo puedes concentrarte en intentar convencerte de que no te estás muriendo. Y ver en un cómic a alguien que sufre la misma enfermedad que yo me alivió muchísimo. Ver que es algo tan frecuente y ver que no es algo fundamental en su vida, que no es lo que le define. 

El cine y los libros ya llevan un tiempo dándole visibilidad a las enfermedades, así que los cómics no podían tardar. Voy a mencionaros un puñadito de novelas gráficas que dan visibilidad a enfermedades concretas de las que da vergüenza tener.

 Arrugas



Arrugas, de Paco Roca, es uno de los últimos grandes éxitos del cómic español (aunque como buen cómic  hecho por un español se editó antes en Francia). Ganó los premios a mejor guión y mejor obra del Salón del Cómic de Barcelona, el premio Dolmen de la crítica, el premio Expocómic a mejor obra y el Premio Nacional del Cómic. También se adaptó al cine en formato animación. Se ha vendido una cantidad asombrosa de volúmenes para ser un cómic español y se ha traducido a varios idiomas. Cuenta la historia de un hombre mayor al que sus hijos internan en una residencia porque se ven incapaces de gestionar su Alzheimer. Es un cómic realista (y por lo tanto duro) y muy emotivo.

 Píldoras azules



Píldoras azules, de Frederik Peeters, es un cómic que no te va a dejar indiferente. Es la historia real del autor, un historietista suizo, y  su relación amorosa con una chica seropositiva y su hijo de 3 años con la misma enfermedad. No es una historia lacrimógena ni moralista, solo una historia real de personas reales luchando contra una enfermedad. Si no la has leído, deberías

 María y yo



El año que Paco Roca ganó el Premio Nacional del Cómic de España por Arrugas (2008) el finalista fue otro cómic que hablaba sobre una enfermedad que todavía produce rechazo social. El autismo. 

María y yo es una novela gráfica autobiográfica en la que su autor, Miguel Gallardo, cuenta cómo convive con el autismo de su hija María. En 2010 se estrenó en cine en formato documental. Y ahora, hace un par de meses, se acaba de publicar una “segunda parte”. María cumple 20 años 



Y un último cómic, para que empatemos a dos en autores españoles y franceses:

 La Ascensión del Gran Mal



Epilepsia. Es una novela gráfica del francés David B. (David Beauchard). Aunque también es autobiográfica hay algo que la diferencia de obras como María y yo o Píldoras Azules: Transcurre durante los años 60. El autor cuenta su infancia y juventud en una familia marcada por la epilepsia de su hermano mayor. La epilepsia ha sido una de las enfermedades más estigmatizadas de la historia (Ahí están esos epilépticos siendo exorcizados en la Biblia, por ejemplo) y en los años 60 la medicina tradicional no podía hacer mucho por los enfermos. Así que el cómic es también la historia de cómo la familia buscó por todos los medios ayudar a su hijo, tratando con curanderos y charlatanes. 

Esto es solo un pequeño ejemplo de cómo la enfermedad está apareciendo en el mundo del cómic, de la visibilidad que está ganando. Pero hay mucho más, cosa que me alegra sobremanera. Que se normalice todo, que dejemos de ver la enfermedad como un pecado contagioso. Y esto está llegando también al cómic más mainstream. El año pasado (o el anterior?) descubrimos que Hank Pym, uno de los Vengadores originales, el Hombre Hormiga, tiene un trastorno bipolar


Muchas gracias por leerme sobre todo esta semana, en un tema menos divertido pero más importante que la mayoría de los anteriores. La semana que viene ya compensaré hablando de monos y pedos. Nos vemos el jueves!

EXCELSIOR!

1 comentario:

Pablo Calvo dijo...

Muy interesantes la reseña y recomendaciones de esta semana. Estoy muy de acuerdo contigo en la importancia de no avergonzarse por sufrir algún tipo de enfermedad y de que la sociedad deje ya de estigmatizar a los que las padecen. A mi parecer se trata de una cuestión de cultura; si uno va al estomatólogo porque tiene ardores o reflujo gástrico no pasa nada, no te señalan diciendo "ahí va el de los ácidos"; pero si va al psiquiatra porque no puede gestionar su estrés o sufre crisis de ansiedad puedes encontrarte con la incomprensión de muchos, seguramente consecuencia de la competitividad y deshumanización de esta sociedad que nos ha tocado. Menos mal que, como bien dices, van surgiendo manifestaciones artísticas que muestran y sensibilizan respecto de estos hechos, mostrando una cuestión obvia pero muchas veces soslayada por un pensamiento superficial: que una persona que padece una enfermedad es, antes que un enfermo, una persona que tiene su vida propia, que la enfermedad le afecta pero no le define como ser humano. Magnífica reflexión la de hoy, amigo Mon: ¡Excelsior!